lunes, 14 de junio de 2010

La danza de la muerte

La danza de la muerte

El guardián miró hacia abajo en la medio de la noche:

Sobre las tumbas que yacen dispersas allá,

Con su luz plateada la luna llenaba el espacio,

Y la iglesia como el día parecía brillar,

Entonces vio, primero una tumba, y luego otra que se abría,

Y hombres y mujeres fueron vistos al avanzar,

Envueltos en pálidas y níveas mortajas.


Apurados por correr pronto doblaron los tobillos,

Girando en rondas y danzas tan alegres,

El joven y el viejo, el rico y los pobres.

Pero las mortajas les molestaban,

Y como la modestia no puede perturbarlos,

Se sacudieron, y pronto aparecieron los sudarios

Dispersos y confusos sobre las tumbas.


Entonces agitaron las piernas, estremecieron los muslos,

Mientras la tropa con extraños gestos avanzaba,

Los gritos y clamores se elevaron alto,

Hasta que el tiempo y la danza marcaron el mismo ritmo.

La vista del guardián parecí­a abrumada de maravillas

Cuando el villano Tentador le habló así­ al oí­do:

Aprovecha una de las mortajas que allí­ yacen.


Rápido como el pensamiento la tomó y huyó

Detrás del portal de la capilla a toda velocidad;

La luna seguía derramando su blanquecina luz

Sobre la danza que temerariamente se desarrollaba.

Pero los bailarines se fueron retirando uno a uno,

Y sus mortajas, mientras se desvanecí­an, reposaron,

Y bajo el césped todo estuvo tranquilo.


Pero uno de ellos tropieza y queda tendido allí­,

E intenta alcanzar el sepulcro con desesperación;

Sin embargo, sus camaradas lo ignoraban,

Y él percibió el aroma del sudario en el aire.

Así­ que agitó la puerta, pues el guardián se protegía,

Para repeler al enemigo, bajo el bendito peso

De las cruces de metal.


El sudario debe conseguir, pues sin él no hay descanso,

Permaneció unos instantes reflexionando

Sobre los ornamentos góticos que el espectro ansiaba.

¡Pobre guardián! ¡Su destino está sellado!

Como una larga y espantosa araña, en súbito andar,

Así­ avanzaba el pérfido y espantoso gusano.


El guardián tembló, y la palidez lo sobrecogió;

Mientras el fantasma buscaba su sombrí­a mortaja,

Cuando al final (ahora nada puede salvarlo)

En un diente de hierro fue capturado,

Cuando el luctuoso brillo de la luna se apagaba,

Cuando sonoro estalló el trueno de la campana,

Desvaneciendo el esqueleto, deshecho en átomos.


Johann Wolfgang Von Goethe

jueves, 10 de junio de 2010

Caspar David Friedrich






CASPAR DAVID FRIEDRICH

Éste gran pintor romántico nació en la Pomerania del Báltico en 1774, sexto de los nueve hijos de Adolf Gottlieb Friedrich y Sophie Dorothea Friedrich.

En 1807 empezó a pintar paisajes al óleo, a los cuales les da una apariencia religiosa, mística, teniendo un carácter casi aniónico. Sus paisajes no son panteístas, sino religiosos, apreciándose la influencia del Pietismo (tendencia del Protestantismo).

La representación de la naturaleza alcanza la expresión más elevada donde el hombre cumple el insignificante papel de espectador frente a la magnitud del paisaje.

Fue educado según la confesión protestante de su familia. Varios fallecimientos ocurridos en su familia a lo largo de su infancia le indujeron a que se ocupase intensamente en el tema de la muerte, ya que en 1781 murió su madre; al año siguiente, su hermana Elisabeth, de viruela y en 1787 su hermano Johann Christoffer, ahogado al intentar salvar al propio Caspar que se había hundido en el hielo, lo que le conmovió tanto por su corta edad, 7 años, como por creerse culpable de tal suceso; y, finalmente, su hermana María en 1791 por tifus.

Hacia 1790, cuando tenía 16 años, recibió clases de un profesor de Dibujo de la Universidad de Greifswald, quien probablemente le transfirió su entusiasmo por el paisaje de su tierra natal.

Entre 1794 y 1798 estudió en la Academia Real de Bellas Artes de Copenhague. Pintó vaciados de yeso de esculturas clásicas, formándose más como dibujante que como pintor.

En Dresde vivió como pintor y mantuvo su residencia hasta su muerte. Frecuentó sobre todo al pintor y diseñador Philipp Otto Runge, formado como él en la Academia de Copenhague, y a los escritores y poetas Ludwig Tieck y Novalis, formando con ellos el centro literario-artístico del romanticismo alemán.

En 1799 expuso por primera vez su obra, dibujos de paisajes, en la Academia de Bellas Artes de Dresde, pero su primer éxito data del 1805, cuando obtuvo un premio compartido en un concurso artístico organizado por Goethe en Weimar, gracias a dos paisajes dibujados en tinta sepia. Y no solo eso, sino que su cuadro Abadía en el robledal, fue y será conocido como el tema romántico por excelencia.

Friedrich solía frecuentar círculos de intelectuales de corte liberal-republicano, que apoyan los ideales nacionalistas.

En 1818, ya con 44 años se casó con la joven Christiane Caroline Bommer, de 25 años, una boda muy polémica debido a la gran diferencia de edad. Con ella tuvo dos hijas y un hijo, el cuál fue igualmente pintor, pero no alcanzó el éxito que tuvo su padre.

Friedrich perteneció a la primera generación de artistas libres, que no pintaban por encargo, sino que creaban por sí mismos para un mercado libre de galerías.

Su género preferido fue el paisaje y, dentro de él, los temas montañosos y marinos. Los rasgos de su pintura son: el espectador en primer término, destacando sobre el paisaje del fondo, y el interés por paisajes solitarios y majestuosos.

En su obra es importante la composición con una cuidadosa composición. El primer plano y el fondo, separados por un abismo, se relacionan entre sí. Abundan escenas a la luz de la luna, espacios gélidos, noches, paisajes montañosos y agrestes... Cuando incluye elementos humanos, son de carácter sombrío, como cementerios o ruinas góticas. Una y otra vez aparecen elementos religiosos, como crucifijos o iglesias.

Friedrich también hizo bocetos de monumentos y esculturas para mausoleos, reflejo de su obsesión con la muerte y la vida después de ésta.

Pintó también «cuadros transparentes», esto es, cuadros sobre papel transparente que se iluminaban en un salón oscuro con acompañamiento de música, reputándose así una obra de arte global.

Obras

Durante su vida, Friedrich pintó unas 310 obras. Algunas desaparecieron en el incendio del 6 de julio de 1931 que destruyó el Palacio de Cristal, pero las más características y conocidas son las siguientes:

  • El verano (Der Sommer)

  • La cruz en la montaña (Das Kreuz im Gebirge)

  • La abadía en el robledal (Abtei im Eichwald )

  • Monje a la orilla del mar (Der Mönch am Meer)

  • Ciudad al claro de luna

  • Caminante ante un mar de niebla.(Der Wanderer über dem Nebelmeer); también El viajero contemplando un mar de nubes

  • Acantilados blancos de Rügen. (Kreidefelsen auf Rügen); también Rocas calcáreas en Rügen

  • Dos hombres contemplando la luna (Zwei Männer in Betrachtung des Mondes)

  • Prados en Greifswald (Wiesen bei Greifswald)

  • La luna saliendo a la orilla del mar (Mondaufgang am Meer)

  • El mar de hielo (El naufragio del Esperanza) - Das Eismeer; también El Mar Helado, El Océano Glacial

  • La ruina de Eldena (Klosterruine Eldena bei Greifswald)

  • La gran reserva (Das Große Gehege); también El gran coto o El gran vedado

  • La tarde

  • Las tres edades (Die Lebensstufen); también Las edades de la vida

¨ Cierra tus ojos corpóreos para poder ver tu cuadro con los ojos del espíritu, y haz surgir a la luz del día lo que has visto en las tinieblas .“

Caspar David Friedrich.


Si queréis más información sobre este pintor consultad Wikipedia, que es de donde la he conseguido y resumido yo ; P

miércoles, 9 de junio de 2010

martes, 25 de mayo de 2010

Vampiros II



He querido aumentar la entrada anterior sobre los Vampiros (que podréis encontrar a la derecha dentro de “Inmortales” y que en breve tendrá su propio espacio), debido a que esta me pareció breve y he recaudado información nueva desde entonces. Pero en esto caso me gustaría hablaros de estos seres desde un punto de vista mas literario.

Los Vampiros han sido visto durante siglos, en lugares muy distintos, con nombres o características particulares...Pero siempre como seres malignos, diabólicos, absentos por una codicia mayor; ese pequeño placer prohibido que es la vida: la sangre.

Poetas malditos, escritores acusados de ser seres diabólicos, sedientos de sangre humana, o simplemente aquellos que quisieron deleitarnos con los mas simples y bellos relatos que un corazón oscuro puede expresar.

Algunos de la talla de Baudelaire o Poe, se arriesgaron a expresar en palabras lo que muchos tanto temía.

Ya sea catalogado bajo el titulo de “El poeta maldito por excelencia” o conocido por su famoso “Las flores del mal”, Baudelaire ha sabido expresar siempre lo mas oscuro del pensamiento humano. Algunos de sus poemas sobre este tema son “El Vampiro” o “La metamorfosis del Vampiro”. El primero de ellos nos muestra a una mujer; el símbolo erótico que siempre acompaña a estas criaturas, el deseo y la lujuria.

Poe también nos deleitó durante su vida con varios poemas de este tema como “La durmiente”, o con relatos oscuramente influenciados por el trágico pesar de la muerte de sus esposas, como “Berenice” o “Ligeia”, los cuales os recomiendo leer.

Otros escritores, ya no tan conocidos quizás por escribir sobre este tema pero igualmente impresionantes son Gautier, con “La muerta enamorada”, en cuyo relato nos muestra la tentación y el pecado de un clérigo; Frederick Benson, con “La habitación en la torre”, un relato escalofriante, nuevamente de la mano de un diablo en cuerpo de mujer, que nos muestra como nuestras mas oscuras pesadillas se puedes hacer realidad, o la magnífica obra de Rymer, “Varney ,el Vampiro”, uno de los mejores relatos que he leído, que consigue deslizar sutilmente a la victima de esta feroz criatura frente a nuestro ojos, aunque aun no se encuentran todos los capítulo traducidos al español.

Y por supuesto, como no hablar del inmortal Lord Byron (de quien a penas os habréis dado cuenta que soy gran seguidora), catalogado también por su alma maldita y con incontables especulaciones sobre su supuesto vampirismo, quizá por su atormentada vida, nos dejó también magníficas obras sobre Vampiros como “The Giaour”, su más famoso escrito y nos agració, sobretodo, inspirando a otros autores como Polidori a escribir “El Vampiro”(magnífica obra también muy reconocida y al parecer inspirada en él) o a Shelley para relatar una de las más inmortales obras de terror como es “Frankestein”.

Le Fanu en su embriagadora “Carmilla”, también consiguió cautivar nuestras almas. Y, como no, el más que eterno Bram Stoker, por el cual hoy es tan conocida la figura del Vampiro, dando vida a “Drácula” en la literatura y, en nuestra mente, haciéndonos buscar incansablemente a Elizabetta en lo mas hondo de nuestro ser.

Sea como sea, a lo largo de la historia y marcadamente en el romanticismo, grandes escritores preservaron en la memoria del tiempo sus obras, haciéndolas inmortales e inolvidables para el espectador, grabándolas en su mente terrorífica y seductoramente, yo creo, de un modo vampírico.


 Si queréis más información sobre Baudelaire, entre otros poetas, visitad elcementerioolvidado.blogspot.com

 Para leer algunos de sus poemas visitad también horrorificcreepydiary.blogspot.com

 Y para saber más o leer también sobre cualquiera de los escritores u obras anteriormente dichas (o en su total mayoría) visitad elespejogotico.blogspot.com

Sabed también que algunos de los poemas nombrados podéis encontrarlos aquí.

No olvidéis comentar!



Sinister

jueves, 20 de mayo de 2010



(Pinchad sobre la imagen para leer mejor)

viernes, 14 de mayo de 2010

Para Annie.

¡A Dios gracias! La crisis, el peligro ha pasado,

y la pena interminable al fin concluyó,

y esa fiebre llamada vivir fue vencida al final.


Tristemente, se que fui despojado de mi fuerza,

y sin mover un músculo permanezco tendido.

Mas nada importa, yo siento que al fin me encuentro mejor.


Y tan quieto yazgo en mi lecho

que cualquiera que me viese podrí­a imaginar que estoy muerto,

podría estremecerse al mirarme creyéndome muerto.


El lamentarse y gemir, los llantos y los suspiros, fueron aplacados;

y con ellos el horrible palpitar del corazón.

¡Ah , ese horrible, horrible palpitar!


Los mareos, las náuseas, el dolor implacable,

cesaron con la fiebre que laceraba mi cerebro,

con la fiebre llamada vivir que quemaba mi cerebro.


Se calmó también la tortura, de todas la peor:

esa horrible tortura de la sed por las aguas mortales del río maldito de la Pasión;

pues para ello he bebido de un agua que apaga toda sed.


De un agua que fluye con un murmullo de canción de cuna;

una fuente que yace pocos metros bajo la tierra;

de una cueva que se halla muy cerca del suelo.


Que no se diga neciamente que mi morada es oscura y angosto mi lecho;

pues jamás hombre alguno durmió en lecho distinto,

y todos ustedes, para dormir, dormirán en un lecho idéntico.


Mi espíritu atormentado descansa blandamente,

olvidando, jamás añorando sus rosas;

sus viejos anhelos de mirtos y rosas.



Pues ahora, mientras yace apaciblemente,

se imagina alrededor un aroma más sagrado;

un aroma de pensamientos,

un aroma de romero mezclado con pensamientos,

con las hojas de ruda y los hermosos y humildes pensamientos.


Y así­ yace en paz,

sumido en el sueño sin fin de la verdad y la belleza de Annie,

anegado entre las trenzas de Annie.


Ella me besó delicadamente, ella me acarició con ternura,

y yo me dormí­ suavemente sobre su seno,

profundamente dormido en el cielo de su seno.


Cuando la luz se extinguió, ella me tapó cuidadosamente,

y rogó a los ángeles que me protegiesen de todo mal:

a la Reina de los ángeles que me guardara de todo mal.


Y tan quieto permanezco tendido en mi lecho (sabiendo el amor de ella),

que ustedes imaginan que estoy muerto;

y tan apaciblemente reposo en mi lecho (con el amor de ella en mi seno),

que imaginan que estoy muerto,

se estremecen al mirarme creyéndome muerto.


¡Pero mi corazón es más brillante

que las estrellas que salpican en miradas el cielo,

pues brilla con Annie, resplandece con el amor de mi Annie,

con el pensamiento de la luz de los ojos de mi Annie!




Edgar Allan Poe

martes, 4 de mayo de 2010

El Fantasma

¿Quién golpea? Yo, quien fuera bella
más allá de todo sueño para regresar,
vengo de las raíces de la oscura espina más cercana
Y golpeo la puerta.

¿Quién habla? Yo... en un tiempo mi voz
tan dulce como el ave en vuelo,
cuando el eco acaricia las aguas;
Así­ te hablaba a tí­.

¡Oscura es la hora! Ay, y frí­a.
Solitaria es mi casa. Ah, ¿y la mía?
Miro, toco, labios, ojos que destellan en vano.
Tanto tiempo muertos para mí.

Silencio. Una calma lánguida en la puerta
detiene la luz de las estrellas.
Una mano busca a tientas en la penumbra
sobre llaves, cerrojos y barrotes.

Un rostro mira con fijeza. La noche gris
en el caos de la ausencia brilló;
Sólo había allá­ un vasto dolor,
el dulce seno ausente.

Walter de La Mare.